El llanto.-

Cada día mira por la ventana, tratando de escapar del ruído.
Cada día se aparta un poco más del mundo y de sus vaivenes. Se acerca suavemente a tu oído para confesar: "No quería que saliera de mis ojos, preferí que se quedará atorada dentro, atesorarla un momento, sentir su peso, que mi vista se volviera borrosa, la mirada vidriosa. La retuve lo que más pude, pero broto como de la nada, tímidamente sentí su acalorado camino sobre mi rostro, su sabor salado rozando mis labios, para dar paso a un caudal sin causa".
Qué es lo que sucede?, Pregunta atónito. Pues ni yo mismo lo sé, responde. Se desmorona algo dentro.
El silencio se apodera de la habitación, desde la entrada principal se oye el tic-tac del condenado reloj, colgado nuevamente en la pared, manchada por su ausencia. No mires las agujas, no sientas sus campanas, las cuerdas pueden ahogarte sino corres deprisa. Las paredes retumban ante sus pasos firmes, las escaleras bailan ante el zumbido del llanto ahogado por las cortinas de terciopelo de esos grandes ventanales que no son más que una cárcel disfrazada de lujo.
Puedes sostener mis pasos? Me he cansado de caminar, nunca fuí un maestro de la cuerda floja y los golpes cada día duelen más, no me dejes caer, librame de tentaciones, como yo te he librado a ti de esos demonios que atormentaban tu cama cada noche vacía, entre el alcohol y algo más. Perdona también mis ofensas, como yo he perdonado las estocadas firmes, pero por sobre todo librame del mal que intoxica y pudre las entrañas con tanta facilidad.
Despúes de un largo Sacas del bolsillo de tu impecable atuendo, un pañuelo para secar su rostro, borrando todo rastro de áquel hilo salado que caía hace un momento atrás, como si estúpidamente quisieras creer que secándola, desaparecerá el sentimiento.
Pues debes saber que una lágrima deja huella donde nadie puede ver.
Al menos tuviste la intención de hacerme feliz. Al menos tuviste la idea de romper los vidrios para dejar que se fuera tu objeto más preciado.