martes, agosto 25, 2009

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No oigas el susurro carcomido por la ausencia, oye el latido ahogado que reclama su lugar.
No oigas el ruido estrepitoso de lo que se ha dicho con sangre en las venas expuestas, escucha el silencio dulce de la quietud que alguna vez gozaste en mi castillo.
No mires el agua salada que brota como cascada de tus ojos color esmeralda, observa tu sonrisa marchita y recuerdala cuando estuvo posada en ti, hasta agotar tus musculos de tanta magnitud.
No mires la cama vacia, ni recorras la huella que dejo en tu cuerpo, siente el camino en el que te sumergias, clavando una espada, en comunion conjunta con mi piel.
No desesperes perdido en la razon, navega en tu corazon.